"Y vamos rompiendo las entradas,
los recuerdos,
las intensas miradas.
Vamos aplaudiendo el final
de una obra que acaba de empezar.
Porque el objetivo
no eres tú.
Ni yo, ni nada que sabe al metálico mar,
al oscuro despertar,
al preciso momento de amar,
u olvidar,
o usurpar la esclavitud del perdón.
El sabor de lo que sabe tu piel de tí,
tu mente de tí,
lo que sabe tu alma de tí.
El dulce sabor de vivir una intensa vida,
sabiendo que el sabor a menta es fresco,
y la frescura de olvidar el traje de tu persona,
o personalidad,
te calienta por donde pasas,
por donde liberas tu mente cada vez que duermes,
que sueñas,
contigo,
con tu gente,
con tu vida
con tus recuerdos,
con tus fechas caducadas,
perdidas en el tiempo,
en tus olvidados recuerdos,
cada vez que sueñas,
cuando duermes.
El sabor intenso que recuerdas
en tus sueños,
cuando despiertas...
...de una vida que no entiendes,
de un amor que no te quiere,
de un silencio que escuchas,
tras olvidar el murmullo
de un dulce sabor
que sabe más que tú,
que ignora más que tú,
que obedece más que tú,
que vive igual que tú.
Y que por suerte,
no eres tú,
sino el reflejo de tí
en una vida que no es la tuya
sino el sitio y la hora en el que estás,
el espacio donde te mueves,
la gente que conoces,
los lugares donde escuchas el silencio,
donde intuyes los bellos atardeceres,
en un cielo azul morado,
despejado con nubes,
sólo, pero acompañado de más gente,
y...
...
...
...
...una singular vidente.
Que te conoce,
sin saber de tí.
Sin el sabor de una sola mirada,
con sólo tu presencia,
y después, con tu ausencia.
Así es un fin.
No el fin.
Así es un fin,
de entre todos los finales.
Así es uno de los finales que conoces,
que sabes que duele,
o que aprieta.
Por eso lo recuerdas,
no por su belleza,
que te gusta,
sino por su bella crudeza.
Y no es que te disguste,
sino que lo recuerdas
porque lo viviste...
porque lo sentiste...
porque tuyo lo hiciste...
aunque no fueses tú,
sino tu reflejo de tí.
Pero tuyo lo hiciste,
porque querías verte
en esa vida que no es tuya,
porque querías saber
a qué sabe la derrota,
a qué sabe la victoria,
a qué saben las nuevas experiencias,
no de tí,
sino de tu reflejo en la vida.
Una vida que crees que conoces.
Una vida que por las noches recuerdas,
cuando sueñas,
contigo,
con tu gente,
con el abanico de sabores,
y experiencias,
y dulces dolores de menta,
de fresca menta olvidada
cada vez que te despiertas.
...Voy a contar hasta tres,
y al terminar,
vas a ser tú
quién escriba el siguiente verso,
quien describa la siguiente experiencia,
quien permita el fluir del tiempo sobre tu vida,
y el reflejo de ésta en la vida de la gente que conoces.
Voy a contar hasta tres,
y al terminar,
voy a ser yo,
y el mundo,
quien escuche tu voz interior,
quien dé respuesta al reflejo que lanzas,
cuando dejas fluir el tiempo
por tus intensas miradas."